MF, la derecha en FM

Fraga con CarrilloLlama la atención, y a muchos habrá sorprendido y puede que indignado, la educación, generosidad y candidez con que, en líneas generales, las voces de la vida española han despedido a Manuel Fraga Iribarne. Incluidos significativos políticos y periodistas de la izquierda. Se ha procurado recordar lo más estadista, democrático y hasta entrañable de su biografía, obviando otros aspectos, que a lo más han aparecido reflejados bajo discretos envoltorios como “luces y sombras” o “zonas oscuras”. No ha sido así en las redes sociales, donde las voces resultan mucho más espontáneas y más crudas. Pero los medios digamos convencionales han optado por una medida responsabilidad. En el fondo podría resultar reconfortante y demostrativo de madurez, solo que ya veremos si desde ciertos foros se repite el mismo tono y la misma ponderación, pongamos por ejemplo, el día que le llegue la hora a Santiago Carrillo. En cualquier caso, no deja de ser digno de estudio lo que sucede con los personaje históricos, especialmente los que exhiben una biografía poliédrica (acertado adjetivo que acabo de escuchar a una tertuliana), esto es, llena de aristas y matices. Como la tentación hoy día es sintetizar, solemos cortar por la parte más fácil, y nos suelen quedar los últimos años, que es donde nuestra memoria vaga tiene menos que bucear. Y de un buen tiempo a esta parte, MF era la derecha en FM. No ya por edad y porque él hubiera atemperado, dentro de lo que cabe, su discurso y su carácter, que sí, aunque con frecuentes y luego ya puntuales altibajos y repuntes de su incontenible idiosincrasia. Es que, seamos precisos y realistas: ideológicamente, a don Manuel hace tiempo ya que le habían pasado por la derecha. Por más que fuera lo que fue, y aún muchos lo recordamos, la fiera indomable había quedado reducido a un gran gato doméstico simplemente con mal genio. El gran representante de la derecha española en la transición –que ese ha sido su papel más significativo entre los muchos que ha interpretado en su vida- había sido irremisiblemente superado por sus sucesores. La prensa que le ensalzó y le apoyó en sus mejores años le había dejado ya de lado, se quedaba en la anécdota, si acaso en la veneración del anciano patriarca. Se habían apuntado a los nuevos, que sin tener que responder del lastre de haber sido partícipes del franquismo, podían permitirse ser mucho más conservadores, mucho más cerrados de miras y, desde luego, mucho más sectarios. Y decididamente más apoyados por los poderes ocultos, que nunca han dejado de ser los mismos. Al fin y al cabo, el Opus nunca terminó de perdonarle al ministro de Información y Turismo aquella “osadía de juventud” que en su momento estuvo a punto de cortar de cuajo su carrera política. De aquello le salvaron la muerte de Franco y la primera transición, y entonces le dejaron tomar las riendas para salvar a todo aquel aparato, civilizarlo en cierto modo y dejarlo instalado en el mapa político democrático. Le maceraron las espaldas a palmaditas, y una vez realizada la operación, le dieron las gracias, le vinieron con lo del “techo electoral” y lo mandaron al retiro en Galicia, eso sí con grandilocuentes palabras, homenajes y queimadas. Paso a la nueva guardia, más joven, más sibilina, más fiel a los verdaderos valores, esto es, a los verdaderos amos. Y así han sido los últimos 20 años. Esto explicaría, en cierto modo, que a Manuel Fraga se le haya tratado con exquisita cortesía en su hora. Con todo lo que fuera, a lo mejor quienes vinieron le hicieron mejor.

4 Comments

  1. Me encanta. Lo que más me gusta es lo de «Los que vinieron luego le han hecho mejor».Muy significativo que siguiera viviendo en la calle Fernando el Católico.

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